Da la impresión de que el gobierno de Fox no dejó contento a nadie, o a muy pocos, pero por razones que difieren en cada caso. Con el libro La Diferencia de Jorge Castañeda y Rubén Aguilar, sucede exactamente lo mismo.
La izquierda lo ha repudiado por la procedencia de los autores, colaboradores ambos del ex presidente, y por la lógica presunción de que se trata de una “defensa de Fox”. Por su parte, la derecha ha mostrado resquemores por la cantidad de trapos sucios sobre los modos de gobernar del presidente con botas. Ambos, izquierdas y derechas, tienen razón para justificar sus recelos, y eso resulta ya una razón para revisar este libro con atención.
No considero que La Diferencia sea un libro dedicado esencialmente a justificar a Fox. En todo caso me parece que es un texto para justificar a sus autores. Ciertamente, a ratos parece un ajuste de cuentas de Castañeda y Aguilar con algunos personajes contra los que descargan fobias o resentimientos.
En realidad, muchos pasajes me parecen más bien incriminatorios para el gobierno de Fox. Hay datos que no se conocían, o sólo se sospechaban, que confirman la manera en que el ex presidente boicoteo su propio proyecto por inconsistencia, frivolidad, por la incompetencia de sus colaboradores y/o la competencia entre ellos.
El que busque chismes sobre los políticos no saldrá defraudado. El libro puede ser leído como una especie de “Ventaneando” de la clase política. Por ejemplo, al revisar el fracaso en el incremento del IVA, señalan la hipótesis de que haya sido negligencia de Arturo Montiel, quien fue incapaz de asegurar el voto de sus 21 diputados que al parecer había garantizado. “Pero debido a sus líos matrimoniales, patrimoniales y anímicos se fue a refugiar a San Diego para reconquistar a su esposa francesa”. Ella había sido objeto de una golpiza mayúscula por parte de presuntos guardaespaldas de Montiel y el daño fue reparado mediante la compra de una fastuosa casa de playa en la isla francesa de San Bartolomé, pagada con maletín de efectivo.
En ese sentido el libro va de revelación en revelación. Que Fox buscó al empresario Roberto Hernández para financiar la campaña de Madrazo y de Gordillo, y asegurar así la derrota de Beatriz Paredes en la disputa por la presidencia del PRI en 2002.
O que Alfonso Romo, un millonario regiomontano, se opuso a que Sabina Berman fuera la titular de Conaculta por ser demasiado “liberal”, los cual confirma que la influencia de los empresarios fue mucho más allá de los ámbitos económicos.
O que el teléfono del presidente del Trife fue intervenido ilegalmente por parte del PRI del gobierno del estado de México, días antes de que los magistrados dieran su fallo sobre le elección.
O que Cerisola no podía ver a Gil Díaz, y éste no tragaba a Derbez, quien a su vez le tenía muina a Castañeda, quien terminó enemistándose con Adolfo Aguilar. Y con este Borondongo le dio a Bernabé y Bernabé le pegó a Muchilanga, que Fox toleraba, podría explicarse un par de proyectos frustrados del sexenio.
Algunos pasajes del libro merecerían mayor atención por parte de la izquierda. Constituyen música para sus oídos. Los autores reconocen que Fox habló con los grandes empresarios para que le metieran dinero a la campaña de Calderón y/o a la campaña negativa contra AMLO; que negoció con Elba Esther el apoyo del PANAL y acordó la designación del candidato de ese partido; introdujo en las elecciones a Dick Morris, el estratega de las campañas del miedo; intercambió favores con Televisa para contar con una cobertura favorable a Calderón.
En otro capítulo los colaboradores de Fox confirman la participación de Diego Fernández de Cevallos y de Carlos Salinas para golpear a AMLO con los videos de Ahumada. El libro documenta una reunión en Los Pinos entre el Jefe Diego, Fox y el procurador Macedo de la Concha antes de pasar los videos a Televisa. Quizá muchos lopezobradoristas no quedarán sorprendidos por esos datos, pero no deja de ser sorprendente que los confirmen dos miembros del círculo interno de Fox.
Más allá de las anécdotas y revelaciones, lo más interesante del libro es la visión descarnada que ofrecen del ex presidente, quizá de manera involuntaria. Una y otra vez al analizar algunas coyunturas (el aeropuerto de Atenco, el desafuero, las elecciones) dan cuenta del frecuente divorcio entre los deseos del presidente y la realidad. Una frase muy usada con la que describen el comportamiento de Fox es “falsa ingenuidad”. Remite no a la ingenuidad de Fox, sino a la capacidad de autoengaño del ex presidente. Los autores nos pintan a un hombre de buenas intenciones; sí, pero incapaz de darse cuenta de las muchas ocasiones en que actuó con malas intenciones.
El breve capítulo sobre Marta Sahagún, es un texto para curarse en salud. Y de hecho lo hacen “bajo protesta”. Los autores argumentan que no era su papel ponerse hablar de la familia Bibriesca toda vez que el asunto está en tribunales. Pero no debieron ignorar el papel político de la consorte y sus pretensiones de convertirse en sucesora de su marido. Marta no es un simple affaire en la presidencia, como el de la señora Sarkozy. Cualquier análisis del gobierno foxista sin abordar a la primera dama queda sospechosamente incompleto.
Encuentro muchas razones para estar en desacuerdo con este libro, pero también muchos motivos para leerlo con atención. En la presentación en la FIL de Guadalajara Castañeda se autodefinió como “un mercenario” en búsqueda de mayor venta de ejemplares. Podría ser también una descripción de su paso por la política que lo ha llevado a ser asesor de Cárdenas, de Gordillo o de Fox. En su calidad de protagonista interesado, sus testimonios nunca serán objetivos, pero sin duda forman parte de una historia con la que podemos coincidir o diferir, pero nunca ignorar. (www.jorgezepeda.net)
Tiene razon jorge zepeda, castañeda es un cerdo asqueroso que en tiempo de las campanas electorales dijo que habia que detener al peje a como diera lugar; No que muy demócrata jorgito
no es mas que un mercenario, pero de las convicciones y los principios.
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