El nuevo mapa de la batalla migratoria Los “hubiera” son ejercicios un tanto inútiles cuando se mira la historia, es imposible saber con certeza el destino de las cosas si los actores hubiesen actuado de diferente manera. Ese es el argumento que podrán utilizar los responsables de la cancillería en la segunda mitad del sexenio foxista y el primer año de Felipe Calderón respecto a la política mexicana del silencio frente al aumento exponencial de las actitudes xenófobas y antimexicanas que ha producido el debate migratorio en Estados Unidos. Hay argumentos suficientes para creer que ese silencio creó un vacío en el debate público que fue ocupado por lo peorcito de la derecha estadunidense y que en parte fue responsable de la derrota de la reforma migratoria en el Congreso de Estados Unidos. Ahora, el gobierno de Felipe Calderón parece estar de acuerdo y el viernes anunció un cambio de política que prefigura, si se cumple el mandato del Presidente, un activismo sin paralelo en los últimos años. Ordenó Calderón en Los Pinos a cónsules y embajadores en Norteamérica el viernes: “Defenderlos (a los mexicano en Estados Unidos) en términos de opinión pública, y la clave es neutralizar esta estrategia de confrontación y de discriminación que parte de una percepción equivocada en la sociedad americana y poder centrar nuevamente los argumentos en la importancia de la complementariedad de nuestras economías y de la complementariedad de nuestra fuerza laboral con la propia economía norteamericana”. El Presidente anunció el fin del silencio, de la estrategia de esconderse, les ordenó dar batalla en todos los foros a los que antes tenían prohibido ir para “Dar argumentos precisos, participar en los debates públicos, acudir a los medios de comunicación, hablar personalmente con organizaciones no gubernamentales, tener una relación permanente con todo el tejido social, unificar el discurso, defender a México y defender al gobierno mexicano al cual todos servimos y utilizar, como he dicho, los propios estudios y evaluaciones que se han hecho por diversos especialistas, centros de pensamiento y análisis e incluso por el propio Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca en esta materia”. De cumplirse tal como la delineó el Presidente, esta política echa atrás la actitud de, por ejemplo, la canciller que en medio del debate migratorio no alcanzó a decir más que ese era un “asunto interno de los estadunidenses” que resolverían ellos y que tocaba a México sólo estar atentos. El cambio de estrategia corresponde a presiones de cónsules y otros altos funcionarios del servicio exterior en Estados Unidos, que por meses se han visto frustrados por la orden de guardarse en sus oficinas ante el furioso embate del discurso antiinmigrante. El Presidente habló de unificar el discurso y esa es la clave del esfuerzo recién anunciado. Tampoco se debe tratar de tener docenas de cónsules y funcionarios apareciendo en cada programa de televisión, en cada emisión de radio, dando entrevistas sin ton ni son. Influir en la opinión pública estadunidense, bombardeada de mensajes en tiempos electorales, requiere una estrategia sofisticada y coordinada centralmente desde la cancillería o la embajada. La batalla debe darse donde existe. Si en verdad se trata de influir en la opinión pública, de poco sirven los foros académicos o los congresos de hispanos o aliados. No es tiempo de predicar a los conversos. La batalla está en la televisión y en la radio, y si va en serio habría que dar el debate en los popularísimos programas de los xenófobos. Aunque den un poco de urticaria habría que sentarse con Lou Dobbs (CNN) Glenn Beck (CNN) Sean Hannity (Fox) Bill O´Reilly (Fox) Rush Limabugh, Laura Ingraham y Michael Savage (radio). Son estos los personajes que llegan a decenas de millones de teleespectadores y radioescuchas. Son los que han construido su rating con el discurso antimexicano. Limbaugh tiene más de 13 millones de radioescuchas semanales. Sentarse frente a estos genios de los medios electrónicos, expertos en la frase de 10 segundos, la descontextualización y la provocación no es sencillo, así le fue a Fox con O´Reilly. Pero eso no debe evitar aparecer y dar la lucha. El final de la estrategia del silencio también podría permitir al gobierno mexicano ocupar espacios que simpatizan con la posición mexicana y que si no hablan más de migración es porque no encuentran las voces. Los noticieros de las grandes cadenas y de otras como MSNBC o diferentes espacios en CNN a los de Dobbs o Beck seguramente abrirían sus puertas a voces del otro lado del debate. La otra parte de la estrategia del Presidente es menos clara. Dijo: “Debemos usar todos los mecanismos a nuestro alcance para denunciar, para defender jurídicamente los derechos de los connacionales ante cualquier disposición que quebrante los de los mexicanos en aquella nación”. ¿Significa ir a las cortes contra cada una de las disposiciones y normativas locales que afectan a los indocumentados? ¿Hay o se pedirá el presupuesto para esto? El Presidente ha cambiado el rumbo. Es cierto que la nueva estrategia arranca en desventaja, hay mucho daño hecho y dar vuelta a la opinión pública no se logra en dos días. Pero, valga el lugar común, más vale tarde que nunca. Carlos Puig - 385 |
tiene razón Carlos, la batalla se tiene que dar en los programas de radio y televisión de los xenófobos; que a veces son los mismos que tienen programas en radio y tv. al mismo tiempo.
En fin a ver si este esfuerzo es serio o es solo una llamarada de petate del reyezuelo.
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